Se conocieron bajo los implacables vientos de agosto. Daniel era alto, de ojos verdes, cabello castaño y una voz que la enamoró tan pronto pronunció su nombre.
En el cráter de un antiguo volcán, situado en lo alto del único monte de una región perdida en las selvas tropicales, habitaba el último grupo de grandes dinosaurios feroces.
Eduardo era el caballero más joven del reino. Aún era un niño, pero era tan valiente e inteligente, que, sin haber llegado a luchar con ninguno, había derrotado a todos sus enemigos.